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Mostrando las entradas de abril, 2006

Espuma y nada más, cuento del periodista y escritor colombiano, Hernando Téllez.

No saludó al entrar. Yo estaba repasando sobre una badana la mejor de mis navajas. Y cuando lo reconocí me puse a temblar. Pero el no se dio cuenta. Para disimular continué repasando la hoja. La probé luego sobre la yema del dedo gordo y volví a mirarla contra la luz. En ese instante se quitaba el cinturón ribeteado de balas de donde pendía la funda de la pistola. Lo colgó de uno de los clavos del ropero y encima colocó el kepis. Volvió completamente el cuerpo para hablarme y, deshaciendo el nudo de la corbata, me dijo: “Hace un calor de todos los demonios. Aféiteme”. Y se sentó en la silla. le calculé cuatro días de barba. Los cuatro días de la última excursión en busca de los nuestros. El rostro aparecía quemado, curtido por el sol. Me puse a preparar minuciosamente el jabón. Corté unas rebanadas de la pasta, dejándolas caer en el recipiente, mezclé un poco de agua tibia y con la brocha empecé a revolver. Pronto subió la espuma “Los muchachos de la tropa debep tener tanta barba como

Espuma y nada más: una tensión incesante

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Más allá de las ideas típicas sobre el planteamiento inicial de un cuento, en el que se suelen dar las bases para comprender los antecedentes de una situación crucial, se erigen otras estructuras como la de Espuma y nada más, de Hernando Téllez, que es tajante por la manera de internarse  súbitamente en la trama de la historia. Un barbero afeitando a un capitán asesino. Su voz narrando sobre el jabón y la sangre. La mejor cuchilla al filo de la piel. Son esos los símbolos que sugestionan al lector y le enlazan con la situación que no tiene nada que ver con las introducciones clásicas, sino que son un fuerte golpe de suspenso. Cada uno muestra sus armas: El capitán se despoja de su pistola antes de sentarse en la silla para ser afeitado, y el barbero, que ensaya su cuchilla antes de proceder. Sin embargo, el primero parece más fuerte ante el dialogo interno del segundo, que se debate entre emplear su cuchilla como elemento de trabajo o como fin de muerte, para rápidamente invertir