Edukar vs.Educar

Sobre la película Los Edukadores, del director Hans Weingartner.



Hace un mes se presentó por primera vez en Medellín, la película alemana Die fetten jahre sind vorbei, que en español, fue titulada Los Edukadores. El único lugar donde se proyectó, obviamente, fue el Centro Colombo Americano.
Y digo obviamente, por que ya es costumbre que quien quiera ir a ver un estreno de una película que no se clasifique dentro del cine por corn, tenga que ir a allí. No existe otra alternativa, de no ser que la película lleve su buen tiempo rodando en los círculos del séptimo arte, como para ser programada en algún cine club universitario.
Me di cuenta de que la película existía, por que los incesantes carteles pegados desde la ciudadela central del Alma Mater hasta los paredones de las casas en el centro, acapararon mi atención. Nada del otro mundo: una imagen de tres jóvenes, una mujer y dos hombres; en rojo, blanco y negro.
Lo impactante para mi, inicialmente, fue la K, que parecía dividir la palabra Edukadores en dos partes, acaso por que no sabía de la existencia del término escrito así. Ni medio me imaginaba que ese cambio de letra le sentara tan bien, hasta volver la palabra más llamativa. Estrategia algo subliminal.
Después de algunos días, se fue volviendo tan repetitivo el aviso ante mis ojos, que terminé por ir a verla. Sin leer reseñas o críticas en internet, sin saber ninguna otra cosa aparte de la información que me ofrecía el susodicho cartel, me decidí.

La película es una historia en la que tres personajes, Jan, Peter y Jule, están mezclados por una visión similar del sistema y por la oposición ante la globalización creciente, de la que en menor o mayor grado, todos somos partícipes.
Calles nocturnas, pisos de apartamentos, restaurantes: elementos urbanos que buscan sumir al observador en el peligro, a veces insospechado, que representa el mismo escenario gris, con las mismas monotonías, que a diario vemos. Lo curioso, es que la única forma de que se vuelva tan sugestivo y reflexivo, solo es posible por medio de la conexión espectador- pantalla.
La aventura que comienza tras un viaje de Peter, novio de Jule, que ha mantenido en secreto con su compañero de cuarto Jan, una manera de desfogar sus ideales, de edukar al mundo: entrar a las casas de la gente rica, a la hora indicada, trastocando los diferentes adornos y objetos que moran en ellas, de forma creativa, para luego firmar con un aerosol en nombre de Los Edukadores.
Así, la pregunta inicial por la edukación, va entrando lentamente en su proceso de respuesta, que se ve apoyado por el aire femenino que Jule introduce al comenzar a ser partícipe de estos actos, tras contarle a Jan un poco más sobre su vida de camarera, que la tiene casi en la ruina, ya que trabaja para pagar una suma por haber arruinado un auto de un hombre rico, tras un accidente.

Uno diría que es predecible lo que sigue en tal argumento narrativo. Que el se preocupe por su situación, tras varias tomas en las que se muestran sus miradas furtivas y que en últimas terminen buscándole una solución al problema, juntos, en la que entrar a la casa de este hombre, para al menos edukarle, es la forma más corriente de darle emoción a la cinta.
Esto imaginé que pasaría, y en efecto, pasó. Se enamoraron, cambiaron la posición de los muebles, maldijeron al adinerado ser que se gastaba su vida arruinando la de Jule y hasta tuvieron la oportunidad de besarse en la piscina.
Pero luego la historia da un giro, que nos lleva a reconocer que, ya no sólo estamos presenciando otra creación de un cineasta, sino que además, estos personajes están hablando en nombre del carácter y las ideas, en las que de una u otra forma nos sume la pregunta por lo que representamos, dentro de nuestras diferencias, ante una creciente globalidad.

El secuestro de ese personaje que se intuye dentro de la historia personal de Jule, y que llega a su casa en un momento detonante, da pie a su secuestro, que más allá de una salida al problema, termina siendo, bajo decisión de Peter, que acaba de llegar de su viaje, la introducción al desarrollo de los argumentos que apoyan la visión que cada uno de estos cuatro personajes, tienen de su entorno.
Uno de los elementos más significativos de la trama resulta de la resolución de trasladar al rehén (Hardenberg) al campo, en donde fluye mejor la comunicación y están todos fuera de foco. Este cambio de escenario, paradójicamente genera una conexión con la libertad, que también se desencadena a través del dialogo.
En medio del conocimiento del nuevo personaje, que en últimas es un señor, que en otra época compartía ideales similares a los de Los Edukadores, resulta un elemento destacable dentro del guión, que rescata la memoria de lo que fue, la fuerza de la juventud para unos, contrastada con la vigencia que ésta tiene para otros. Más allá, se declara su trascendencia a través de la mirada melancólica que Handerberg da sobre las montañas que a veces le dejan ver sus amigables victimarios, y que en palabras de Jan se resume: "lo que se consideraba subversivo, ahora se vende en las tiendas".
Un paso adelante que muestra la soledad que producen los amores perdidos, en el caso de Peter, en particular, y la melancolía de los ideales que aún están en batalla pero que algún día mutarán, en el caso del grupo en general. Así mismo muta el verbo Educar, en Edukar.
Y cual es el punto de giro, que le da razón al cambio de letras: quizá valga la analogía con el caso de los términos carácter y carácter, que por un simple gesto del lenguaje se convierten en una cuestión diferente, que en el fondo sale de la misma raíz: carácter es lo que hace ser a un ente lo que es y no otra cosa. Caracter, en una de sus múltiples interpretaciones, es el carácter hecho fuerza, representación, ocasionalmente de modo radical, pero siempre analizable y debatible.
En el caso del verbo Educar, que señala el instruir y aleccionar, viene siendo sincero el alterarlo, aunque solo sea por esta vez, a Edukar, por que es claro que todo depende de quien imparta la lección y de su modo de ejercerla, y esa marca del carácter, crea a su vez otro caracter dentro de la palabra.

La conexión de lo que fuimos, con lo que ahora somos, y más allá, de lo que seremos;, está profundamente recogida en esta creación, que es un intento por mostrar la validez y pertinencia de la pluralidad ideológica y de su papel dentro de nuestras bases.
“Algunas personas nunca cambian”, es la conclusión de la película. Ironía. Fortaleza. Por que quizá la pasión por las causas, sea una real clave para el cambio.
Un sueño de 126 minutos, en el que cada cual ve, además de lo que se muestra, lo que quiera ver. Una realización que además cuestiona el creciente paradigma de que sólo en latinoamérica nos preocupan este tipo de temáticas.
Un trago largo de juventud, inconformismo y renovación. Por la edukación y para que perduren las buenas ideas.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Alicia encantada

Espuma y nada más: una tensión incesante

El café, elixir ritual y guarida centenaria