Entre la ciencia y la diversión.

A través de ejemplos relacionados con experiencias cotidianas como la música, el frío, el equilibrio y los líquidos, el profesor Jorge Iván Zuluaga, del Instituto de Física Universidad de Antioquia, evidenció que toda historia de ciencia, es la historia de las buenas preguntas. 

La charla “Al desayuno, al almuerzo y la comida: fenómenos fascinantes de la física”,se dio en el ciclo Ciencia en Bicicleta, del Parque Explora.

Los paradigmas que rodean la ciencia son tan fuertes que terminan siendo realidades. Tras la idea de dificultad impartida por centros educativos y colegios en cuanto a materias como química, física y matemática; se encuentran construcciones ideológicas relacionadas con la pereza, el miedo y el tedio de los estudiantes y los profesores.

Si bien es cierto que cada saber trae consigo un sinnúmero de retos, no se puede negar que nos han acostumbrado a ver las ecuaciones como sinónimo de problemas. Asimismo, el estudio de la ciencia es visto como exótico, un privilegio al que solo algunos tienen capacidad de acceder. Es por ello que a la hora de elegir, muchos se decantan por “cualquier cosa que no lleve números”, así estos sean sólo un requerimiento para entrar a conocer temas encantadores sobre plantas, animales o civilizaciones antiguas.

Muchos son los casos de profesores de colegios que no preparan sus contenidos para el interés del estudiante, sino a modo “sálvese quien pueda”, dejando un hueco en la mayoría de alumnos, que encuentran mayor interés en áreas como la educación física, la literatura y el arte; y con toda razón, ya que interesarse en procesos tan apartados de sus experiencias, tales como aprenderse de memoria una tabla o realizar ecuaciones por métodos remotos, resultan poco motivantes.

Además, a la fecha, los archivos de ciencia de Medellín, sólo cuentan con una decena de revistas especializadas con contenidos accesibles a lectores no especializados; el resto se traducen en comunicados de estudios escritos por científicos que, en su mayoría, no están interesados en difundir la ciencia, situación hasta hace pocos años común en el mundo y en la que sólo unos pocos científicos como Carl Sagan, han trabajado.

A todo esto se suma la gran tradición oral y literaria en la que muchos hemos crecido. Aún cuando se diga que en Medellín no existen espacios dedicados a la cultura, sí los hay en mayor medida que los de difusión de la ciencia.

Según Zuluaga Callejas, el público de temas científicos es menguante: sigue siendo escaso el número de personas que se acercan a estos contenidos, en su mayoría son profesores, investigadores y estudiantes. Sin embargo, el intento por dar un giro a los arquetipos que plantea la palabra ciencia en nuestro medio, existe. Más allá de la difusión de los programas universitarios, la Alcaldía ha creado espacios significativos entre 2004 y 2007.

La ciencia en los procesos cotidianos.
Al desayuno, al almuerzo y a la comida suceden fenómenos que no nos detenemos a analizar, y a la hora de abordar el lado fascinante de la ciencia, surgen como motivación para contarle a la ciudad sobre las fuerzas que rigen nuestra cotidianidad.

El profesor Zuluaga Callejas utiliza preguntas tan sencillas como ¿por qué da frío al salir de la ducha?, ¿por qué el alcohol es más frío que el agua?, ¿Cómo es que la bicicleta sólo puede estar en equilibrio mientras rueda?, para destapar la fascinación de los sucesos que diariamente pasan desapercibidos ante nuestros ojos.

“La física rige todo lo que camine por el mundo, pero al mismo es una ciencia mal difundida. Cuando uno se para al frente de un auditorio dispuesto a hablar de fenómenos debe comenzar por crearle al público la atmósfera de una historia”, declara, y explica que la gran riqueza del programa Ciencia en Bicicleta, es la sencillez y cercanía de sus contenidos.

Para Ana Ochoa, del Parque del Emprendimiento, “los fenómenos deben ser explicados desde temas que le interesen a la comunidad”, por ello se desarrolla desde 2006, el ciclo mensual de conferencias enfocadas en un debate social de lo científico.


Las nanopartículas, los sueños inconscientes, las ayudas tecnológicas, la fauna marina, la biodiversidad, el calentamiento global, los saberes ancestrales; son algunos de los temas que se han abordado mensualmente.

La apertura a un público heterogéneo hace que niños y adultos disfruten de una mañana de sábado  divertida y hasta fuera de lo común; como la del mes de febrero, en la que se hizo un recorrido por especies botánicas colombianas a través de vallenatos sirvieron de fondo para hacer un recorrido por las especies presentes en la botánica colombiana. “Lejos de imaginar que existía una relación entre vallenatos y botánica, la gente creía que iban a ser dos actividades diferentes y que la música ayudaría a amenizar la conferencia”, dice Ana.


Para los organizadores del evento ha sido un reto superar la barrera de los hermetismos del lenguaje dentro de las conferencias, pero esto se ha venido logrado poco a poco, gracias a compromisos tácitos que se mantienen con el público: el primero de ellos es la exaltación de la pregunta, como forma básica de comprender como está percibiendo el asistente al invitado o expositor; y el segundo es la disposición a lo didáctico, como puesta en escena de la parte teórica. Este último es una práctica que infaliblemente refleja hasta que punto se logran los objetivos de difundir contenidos a los que la gente teme por la dificultad que plantean; además, ha demostrado a los asistentes que hasta el divertimento tiene su ciencia.

Aprender es cuestión de método.

Para comenzar a desarrollar estos conversatorios, se tuvieron todo tipo de ideas. Al principio el estar girando en torno a una diversidad de temas cuando se podía abordar uno en varias secciones, parecía la opción indicada, “pero pronto nos dimos cuenta de que si el público era diverso, no podíamos encasillarnos en ciertos ángulos de la ciencia, sino abordar diferentes temas con una cosa en común, y es que todos nos resultaran ratos agradables y productivos”, comenta Ana Ochoa.

Y es que cada sección está acompañada por un evento complementario, que puede ir desde un concierto, hasta un taller; llenando de sentido la madrugada de los asistentes, muchos de ellos aficionados a la física, la química y la botánica, y los demás, simples curiosos.

Al respecto y tomando como ejemplo las vivencias de su conferencia, Jorge Iván declara que “descubrir aspectos de la música, que es una experiencia totalmente sujetiva, a través de la ciencia, que parece tan apuesta a ella, va cogiendo sentido en la medida en que se le recuerda al asistente que esas ondas acústicas que le sugieren sentimientos, son producto de unos procesos que hacen posible que puedan escucharse”

Lejos de abandonar el terreno de los teórico, que siempre es necesario, el objetivo central del Parque Explora en este espacio, es abrir las puertas a una aprendizaje libre, que conlleve a exaltar la creatividad ciudadana por medio del acceso a la republica plural de las preguntas, como base misma del método científico.

Hasta el momento las ponencias y actividades de este parque se realizan en lugares como el jardín botánico y en plaza mayor, por estarse aún adelantándose obras físicas para el producto final del parque, pero se espera que para finales del mes de septiembre sea entregada a la ciudad este terreno de 25 mil metros cuadrados, que contará ambientes como una biblioteca interactiva, una sala botánica, una sala de cine 3D, un acuario (que será el más grande en latinoamérica) y siete aulas taller.

Quizá la expectativa que genera el hecho de tener en la ciudad un espacio semejante para conocer la ciencia de forma didáctica e interactiva sea grande, pero en todo este proyecto hay que reconocer como mayor componente, el esfuerzo por resignificar los contenidos científicos como procesos que, dependiendo de cómo se aborden, pueden ser llegar a ser una experiencia común y llena de diversión.

Comentarios

X. dijo…
¡Carajo! Otra conferencia genial de la que me entero cuatro meses después.

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