How blue can you get

En principio el Blues fue una mezcla de espíritus libres anteponiéndose al peso de la opresión. Luego se convirrtió en voces y sonidos génesis del soul, el jazz y el rock; cantos sagrados de corazones emancipados, melancólicos y perseguidos. 

En sus acordes abisales están las plantaciones de algodón y plátano, en esas músicas quedaron condensados el vuelo de los copos de algodón y el ruido del delta del Missisipi. Es un ritmo con fórmula viajera que navegó por urbes y campos proclamando un liricismo mestizo. 

El negro, despojado de tambores y aferrado a sus creencias, inventó la libertad en medio del encierro: una música que aparte de expresar su dolor, guardaba su fe, incluso en medio del sometimiento que ejercían los blancos terratenientes.

Finalizando el siglo XIX, en el sur de Estados Unidos confluyeron africanos, indígenas y blancos, en una época de poca bonanza y tratos inhumanos, rezagos de la colonización española. No muchos querían ser portavoces de los esclavos, sin embargo surgió una figura folclórica conocida como bluesmen que guardaba en su oralidad las costumbres del pueblo africano en América.

Se creía en ese entonces que el progreso estaba en el norte de ese país, pero el talento y las semillas de los géneros musicales populares que hoy resuenan como blues provienen del suelo sureño.

Como sus autores, este género fue criticado y perseguido, sobre todo por los predicadores que veían en sus tonadas el reflejo de la mitología yoruba, desconociendo las alabanzas cristianas de algunos de los artistas que popularizaron el ritmo.

La primera grabación de blues conocida es del 10 de agosto de 1920, cuando Mamie Smith grabó «Crazy Blues» en acetato, bajo el sello OKeh, de Nueva York. En ese momento los oídos de los blancos conocieron el encanto de las voces negras. Paralelamente, a ciudades más grandes de Estados Unidos llegaban los «Minstrels Shows» o presentaciones histriónicas en las que los actores se pintaban la cara como esclavos e imitaban sus atuendos.

El blues es origen, sin él no existirían músicas como el rock, por eso los grandes compositores le rinden tributo a quienes formaron este legado inexorable.

La evidencia reside en la candencia de las voces negras, la versatilidad de los riffs de guitarras, la indescifrable calidez de la armónica y la proporción del piano ungido en blueses. Esta es la trama sonora de una raza a la que el hombre blanco pretendió quitarle el ritmo por ser diferente, pero a la que el curso de la vida le devolvió naturalmente la dignidad del ritmo. 

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